lunes, 1 de abril de 2013

FELICES PASCUAS


Aporto una lectura para reflexionar sobre el sentido de la vida, el encuentro y la conversión.

EL HACEDOR DEL BIEN


    Era de noche y estaba el sólo. Y vió desde lejos las murallas de una vasta ciudad y se acercó a ella. Y cuando estuvo muy cerca oyó el jadeo del placer, la risa de la alegría y el sonido penetrante de numerosos laúdes.
    Y llamó, y uno de los guardianes de las puertas le abrió.
y contempló una casa construida con mármol y que tenía unas bellas columnatas de igual materia en su fachada, y sus columnatas estaban cubiertas de guirnaldas y dentro y fuera había antorchas de cedro.
    Y él penetró en la casa.
   Y  cuando hubo atravesado el vestíbulo de la calcedonia y el del jaspe y llegó a la gran sala del festín, vio acostado sobre un lecho de púrpura a un joven con los cabellos coronados de rosas rojas y con los labios rojos de vino.
   Y se acercó a él, le tocó en el hombro y le dijo:
   -¿ Por que haces esta vida?
   Y el joven se volvió y, reconociendole, le contestó:
    - Era yo leproso y tú me curaste. ¿ Cómo iba yo a hacer otra vida?
  Y algo más lejos vió a una mujer con cara pintada y el traje de colores llamativos, y cuyos pies estaban calzados de perlas. Y, detras de ella, caminaba un hombre, con el paso lento de un cazador y llevando un manto de colores. Y la faz de la mujer era bella como la de un ídolo y los ojos del joven centelleaban cargados de deseo.
   Y él le siguió rápidamente. Y tocándole en una mano, le dijo:
   -Por qué sigues a esa mujer y le miras de esa manera?
   Y el joven se volvió y, reconociendole, respondió:
    - Era yo ciego y me devolviste la vista.¿ Cómo iba yo a mirarla de otra manera?
   Y el corrió hacia adelante y, tacando el vestido de colores chillones de la mujer, dijo:
   - Me perdonaste todos mis pecados y este camino que sigo es agradable.
   Entonces él sintió su corazón lleno de tristeza y abandonó la ciudad.
   Y, cuando salía de ella, vio por fín, serntado al borde de los fosos de la ciudad, a un joven que lloraba.
   Y se acercó a él, tocándole los rizos de sus cabellos, y le dijo: 
   - ¿Por qué lloras?
   Y el joven alzó los ojos para mirarle, y reconociendole, respondió:
   -Estaba yo muerto y me resucitaste. ¿ Qué iba yo a hacer más que llorar?
                                                                                                          Oscar WILDE

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